viernes, 26 de julio de 2013

R.E.I. - Estación Pirenáica en Bucarest

Era sencillo, a la vez que peligroso. Era encender el transistor y escuchar:


“Si nuestra labor ha servido en algo para la
reconquista de la democracia, damos por bien empleado el esfuerzo”. 

Así, con irreprimible tristeza, se despidió de sus oyentes Ramón Mendezona, alias Pedro Aldamiz, el último director de Radio España Independiente, popularmente conocida como La Pirenaica. Fue el 14 de julio de 1977 en Madrid mientras se celebraban Cortes Constituyentes.

Radio España Independiente (REI) nació al inicio de la posguerra española, de la mano del Partido Comunista de España en el marco de la creación de emisoras de radio por parte de diversos partidos comunistas de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, como un elemento más de la lucha contra el fascismo y por la defensa de sus ideas y principios. Sus ondas se expandieron por primera vez el 22 de julio de 1941, desde Moscú (después en Bucarest) a España y totalmente en castellano. A pesar de la lejanía física de la emisora, sus responsables crearon la leyenda de que se emitía desde algún punto indeterminado de los Pirineos. De esa forma trataban de alimentar la idea de que dentro de las fronteras seguía encendida la llama de la resistencia a la dictadura, dando también la sensación de cercanía a todos aquellos que abandonaron España en busca del exilio. La Pirenaica quedó convertida en la voz del antifranquismo. Aquella emisora sirvió, entre otras cuestiones, para decirles a quienes combatían en el interior que no estaban solos en la lucha que mantenían “cara a cara” contra la dictadura franquista, y para explicarles a quienes no combatían que había gente que sí lo hacía, recordándoles en todo momento que hubo un pueblo llamado España que había sido libre, siendo necesario integrarse en la lucha para arrancar aquella libertad que habían secuestrado los fascistas.

Estudio de la emisora en Bucarest

En aquellos años, en el resto de Europa se desarrollaba la II Guerra Mundial. Moscú se convirtió en el núcleo mayoritario de la lucha antifascista y creó una red de emisoras propagandísticas dirigidas a diferentes países. Dolores Ibárruri, La Pasionaria, fue la encargada de poner en marcha la emisora española. El personal nunca excedió de doce personas y fue reclutado entre los exiliados comunistas en la capital soviética. Todos trabajaban bajo pseudónimo, por miedo a que sus familias en España pudiesen sufrir algún tipo de represalia. Pero los mayores riesgos los corrieron los corresponsales dentro del país, ya que cooperar con La Pirenaica o escucharla se consideraba delito.

Además, miles de personas anónimas colaboraban enviando por correo sus crónicas. Actualmente, los archivos del PCE conservan unas 20.000 cartas enviadas con remites falsos. En ellas se habla de la Universidad, de los mineros asturianos, de la cárcel de Burgos, de la corrupción, de Palomares, etc.

Radio Pirenaica se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para el régimen y Franco autorizó el mantenimiento del Servicio de Interferencia Radiada (SIR), una red de estaciones de interferencia controlada por el almirante Carrero Blanco para dificultar que la señal llegase a los receptores. El dinero y el apoyo tecnológico llegaron desde EEUU. La REI permanecía en alerta y contraatacaba con emisiones volantes desde Bulgaria o Hungría, subiendo la potencia o cambiando frecuencias. A pesar de los pitidos, zumbidos y ruidos de fondo, La Pirenaica se convirtió durante años en el referente de la resistencia antifranquista.
Muchos sintonizaban por convicción –otros por curiosidad– para escuchar, tras la melodía de Suspiros de España, su saludo diario al oyente, que ha quedado grabado en la memoria de la generación de posguerra: “Aquí Radio España Independiente, estación pirenaica, la única emisora española sin censura de Franco”. Era una de las pocas maneras de respirar un moderado aire de libertad.

Ramón Vila cumpliendo el servicio militar en el año 1944, cuya misión era operar en este trasmisor JEMMIG (interferencia proposital) colocado en la Estación Pirenaica (Radio España Independiente) vinculada al Partido Comunista de España. En la foto que nos envía su amigo Sergio Doria

El 5 de enero de 1955 se decidió su traslado desde Moscú a Bucarest, con el fin de, primero, desorientar sobre el lugar de su ubicacion, que tardo en localizarse y, segundo, para desvincular la emisora en plena guerra fria del bando sovietico. Los republicanos españoles no querian verse zarandeados por intereses diversos de la guerra fria, querian tener su propia voz, y por eso se busco un lugar mas cercano a España y fuera de la Union Sovietica. Parece que el alojamiento, manutención, y los salarios corrieron de parte del Estado Socialista rumano, que no se inmiscuia en la politica de dicha emisora. Rumania y sus dirigentes se portaron muy bien con el exilio español y le ofrecieron todas las facilidades para desarrollar su labor de informacion libre e independiente, frente a la terrible censura franquista.

Durante algún tiempo la ubicacion en Bucarest permaneció siendo un secreto bien guardado. Pero, como era inevitable, acabó descubriéndose, y a principios de los años 60 , para pagar con la misma moneda, desde Madrid se emitió un servicio informativo en rumano. Pero ni en esto ni las constantes intentos de distorsionar la recepcion de la emision tuvieron exito los genocidas españoles del interior.

Hombres y mujeres como Jordi Solé Tura, Esther Berenguer, Marcel Plans, Emili Viiaseca o José Antonio Uribe, entre otros, hicieron posible aquel milagro de “LA PIRENAICA”, que Franco combatió desde el principio para que fuera neutralizada aquella voz de los Aragón, Bernardo Avila, Felix Madroño, Mikel Antia, Teresita, Esperanza o Santi (nombres de guerra), pensando que las emisiones salían realmente de los Pirinéos franceses, enterándose 25 años después que que “LA PIRENAICA” emitía desde Bucarest, gracias a un informe de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.

En Radio España Independiente de Bucarest participaron reconocidos exiliados españoles, como Andres Sorel, Antonio Ferres, o Dolores Ibarruri o Solé Tura. También colaboraron muchos otros españoles que participaron en su mantenimiento y en su difusion desde el anonimato. Pedro Aldámiz, pseudónimo de Ramón Mendozana, fue su director durante sus veinte ultimos años, es decir, durante casi todo el tiempo que la radio estuvo ubicada en Bucarest.

Aquella emisora era tan sumamente clandestina que, debido a la cantidad de espias merodeando de continuo por aquellos paises del “telón de acero”, sus trabajadores no sabían la dirección donde estaban ubicados los estudios en aquel edificio de la burguesía, perteneciente al siglo XIX, adonde eran trasladados diariamente por los coches oficiales y custodiados permanentemente por la SECURITATE rumana, dándose el caso de que ni siquiera les era permitido sintonizar con la emisora en sus propias casas de Bucarest.

Existe un documental realizado por TVE que analiza el papel histórico de La Pirenaica a través de sus protagonistas y de historiadores expertos. Totalmente recomendado.

Tarjeta de encuentro de la Pirenaica. 
Es un fotomontaje realizado por José Renau de un dibujo por la Paz de Picasso.

jueves, 18 de julio de 2013

Rumanía y Salvados

Hace dos años que Jordi Évole, a la cabeza de su programa "Salvados", visitaron Rumanía para analizar la situación de los gitanos rumanos y por qué tienen la necesidad de emigrar.


Dividió este tema en dos programas, uno dedicado a la situación de los gitanos rumanos que viven en España. El programa completo

El segundo, visitará su capital, Bucarest, para conocer la opinión que tienen de ellos en su propio país de origen; recorrerá el barrio gitano de Ferentari y también se dejará caer por Buzescu, la Beverly Hills rumana donde charlará con una de sus más ilustres vecinas: la Reina Gitana de la Magia Blanca. Enlace del programa.

jueves, 11 de julio de 2013

Arta Urbana

De lo más pequeño a lo más pequeño...

Artista desconocido.

Bloques de hormigón prefrabicados 

Hamangia

¿Qué tipo de culturas existieron en el actual territorio rumano siglos atrás? Una de las más conocidas y estudiadas es ésta, la cultura Hamangia que se desarrolló durante el Neolítico Medio en Dobruja (Rumanía y Bulgaria), territorio al norte de los Balcanes. Esta incluía el área del Danubio, cuya evolución comienza durante la segunda mitad del 6.000 a.C.

Mapa de la zona en la cual se desarrolló Hamangia

Recibe el nombre del lugar, Baia-Hamangia, donde fue descubierta en 1952 por D. Berciu (1). El final de esta cultura se sitúa sobre el 4550/4500 a.C., que fue absorbida por la expansión de la cultura Boian en su transición hacia la Gumelnitsa (2).

La mujer sentada y El pensador

Los rasgos característicos de la cultura de Hamangia eran la producción de vasos cerámicos decorativos con complejas decoraciones de dibujo geométricos y terracotas de figurillas humanas que expresaban una profunda espiritualidad en contraste con la vida cotidiana. En particular, dos figurillas conocidas como "El pensador" y "La mujer sentada" están consideradas obras maestras del arte Neolítico.

Estas estatuillas tienen algo de misterio, ya que de toda la cultura Hamangia son las únicas que poseen una cabeza o cara y rasgos antropomórficos tan bien logrados (otras estatuillas son similares en estilo y forma a venus prehistóricas). Se encontró una tercera estatuilla pero ésta había perdido la cabeza. La cultura Hamangia posee muchas estatuillas con diferentes estilos. La mujer sentada y otras estatuillas con énfasis en los triángulos púbicos han sido clasificadas como cultos a la fertilidad. Gimbutas clasificó a El pensador como un dios de la vegetación (3).

La cultura de Hamangia, originada en el noreste del Mediterráneo, aparentemente es una herencia cultural que incluye las de Cultura de Vinča, Dudesti y Karanovo III. La cultura de Hamangia se caracterizó por una fuerte estabilidad, lo cual entorpece nuestra percepción de su evolución geográfica y cronológica.

La cultura de Hamangia desapareció en el V milenio a.C, cuando se produjeron las migraciones de nuevas culturas en la región entre los Balcanes y los Cárpatos. Por lo tanto, las muy dinámicas comunidades Boian asimilaron a las comunidades Hamangia durante su transición hacia la cultura de Gulmenita. Esta asimilación contribuyó a la génesis de una variante transitoria de la cultura de Gumelnita entre el Mar Negro y el Danubio.


En el Museo Nacional de Historia de Rumanía, en Bucarest, se hallan ejemplos de estas figuras que reflejan una parte de la cultura de estas sociedades.

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(1) - Dumitru Berciu, Cultura Hamangia. Bucureşti: Editura Academiei Republicii Socialiste România (1966).
(2) - Vladimir Slavchev, Monuments of the final phase of Cultures Hamangia and Savia on the territory of Bulgaria, Revista Pontica vols. 37-38 (2004-2005), pp. 9-20.
(3)- Whitfield, Douglas. Prehistoric figurines, p. 46. y ss.

viernes, 5 de julio de 2013

Dientes, manos y piel en la Calle Alegre

El vivió un Erasmus diferente a muchos otros. No fue mejor ni peor, fue simplemente eso: diferente. Quizás una experiencia más cruda, más realista por conocer una de esas diversas caras de la vida urbana y la de las desigualdades que en una gran ciudad puede dar cabida, sin olvidar los factores políticos y sociales que la generan. 

Siempre hacemos por ver lo bueno de las cosas, buscamos el lado positivista muchas veces porque en la mayoría de las ocasiones no sabemos cómo enfrentarnos a las malas, o porque no nos interesan, etc. Pero no tenemos que irnos a Rumanía para ver las desigualdades sociales, basta con salir de nuestra propia casa y observar, aunque en Rumanía la proporción de densidad poblacional en factores de desigualdad extrema sea mayor. Lorenzo siempre estuvo en contacto con esos "olvidados" de la sociedad, los "apartados" o como un hombre que vivía en uno de esos canales subterráneos de Bucarest me dijo, "somos los considerados no humanos". Esta realidad, sumada a las otras muchas, da lugar al mosaico social en Bucarest. Nos hablará, aunque no será el único, de los jóvenes que vagan por las calles sin un rumbo, sin hogar, sin familia, abandonados y de ese contacto con las drogas en muchos casos, un mundo violento y con la infancia perdida. Yo en más de una ocasión le acompañé, quería ser partícipe de este segundo mundo dentro del otro mundo.



Introducción por Scalchi

Este estracto, tomado del blog "Strada Bucur" (Calle Alegre/Feliz del rumano al español), representa una de las más importantes transcripciones de pensamientos realizadas durante mi periodo en Rumanía. De pensamientos, es decir, que en el momento de ser concebidos me quemaban en la cabeza. La dificultad de la transcripción radica en el peligro de perder la riqueza de los hechos. Sin embargo, el valor de la palabra escrita se basa en que cada uno es libre de interpretar y representar un hecho que, en su propia realidad, es crudo, difícil, confuso.

Mi presencia en las calles de Bucarest junto a los niños de las calles, que las pueblan tanto en su superficie como en las alcantarillas, han dado su fruto en la investigación realizada durante algunos emses.

De hecho, he entrado en la dura realidad de los niños de la calle para comprender mejor las dinámicas sociales e interpersonales. He pasado 4 meses colaborando con la Asociación Parada, una Organización No Lucrativa de Carácter Social rumana que, a través de actividades de malabares y gracias a una intervención social directa en las calles, trata de crear lazos duraderos con estos chicos que han sido abandonados a su suerte y no han tenido más remedio que organizarse en grupos para poblar las alcantarillas de la metrópolis. Además, pasé otros dos meses con uno de estos grupos. El canal estaba ubicado en Distror, en la periferia al este de Bucarest. El material etnográfico que he recopilado ha servido para escribir la tesis de Antropología Política acerca de las dinámicas de organización del poder dentro de un grupo de la calle.


Denti, mani e pelle nella Strada Bucur di Bucarest
30/01/2011
Lorenzo Scalchi

La calle es un lugar, una casa para muchas personas, aquí en Bucarest. Da de lleno en la realidad rumana porque muchas, muchísimas de estas personas son chavales, incluso todavía niños. La calle conforma un ambiente y, como tal, modifica claramente a las personas que viven en ella.

En el pasado, he escrito que no existen "los chicos de la calle" porque hay chicos que entran, viven e incluso salen de la calle. Y entonces seguimos manteniéndolos separados. Esforcémonos en pensar que todos los chavales, incluso aquellos que han nacido en la calle, han firmado una especie de pacto/contrato con este ambiente. En pensar que han elegido verse condicionados por la calle, incluso han elegido depender de ella. Son, con todo, conscientes de que en este contrato existe una cláusla de "no asimilación". Pueden salir, pueden elegir. Me gusta pensar así. Veamos entonces cómo los contratantes se esfuerzan en respetar las cláuslas, especialmente aquella que establece la "no asimilación". Veamos, de manera particular, cómo las experiencias de este estilo de vida pueden modificar el aspecto único de las personas. Cómoe estos chicos pueden verse condicionados, durante mucho tiempo, por las experiencias que han vivido.

Escribiré acerca de las tres partes del cuerpo que veo que se modifican más rápida y más visiblemente. No escribiré sobre nada más porque cuando la calle es cruel, hay partes del cuerpo que ya no se pueden cuidar bien.

Y ahora no me apetece hablar de estas partes.

Escribiré sobre los dientes, sobre la piel y sobre las manos.

Creo que la vida en la calle significa, fundamentalmente, aventura. Hablo de aventuras fuertes, excitantes, a menudo tremendamente peligrosas. Aventuras que cada chaval recuerda muy bien, porque quedan grabadas con una tinta indeleble. Porque han causado dolor, o también muchísima felicidad. Cuando pregunto a los chicos sobre aquella experiencia que recuerdan mejor de su vida en la calle, escucho cómo hablan del gran grupo de amigos que son, aquellos con los que comparten y luchan para sobrevivir. Compañeros de vida, más que amigos. Compañeros en el auxilio. Y entonces me viene a la mente, pensando en el físico y en otros rasgos en común de muchos de los chicos, que el pegamento es un factor que modifica su físico (hablo del físico refiriéndome únicamente a los rasgos externos), y que es un momento social, una manera de compartir algo. Un rito que les sirve para sentirse unidos en la lucha.

El pegamento, junto con los cigarrillos y la mala alimentación, se deja notar en los dientes. Están enfermos, llenos de caries, torcidos, rotos. Son los dientes, extremadamente frágiles, los primeros en verse afectados por las sustancias nocivas que tragan e inhalan. Con los dientes rotos debido a los gases ácidos del pegamento, no les queda más remedio que comer lentamente. Los chicos no tienen prisa comiendo, no corren. Comen despacio, y sobre todo, respetan el tiempo de cada uno, si están en grupo. No digo que se esperen los unos a los otros, pero buscan compartir la comida todo lo posible. Especialmente occurre que los más mayores, los responsables, sean los últimos en comer. Y esto lo he notado muchas veces cuando he estado con ellos en la calle. En el Centro no. En el Centro todos son iguales con respecto a la asociación que les impone un programa y un menú único.

Los dientes se dejan ver cuando sonríen, y ¡sonríen mucho! Esto me hace pensar en su "normalidad". En cómo son extremadamente "normales" con respecto a nuestros cánones de normalidad determinados, principalmente, por una condición: no estar drogados. De hecho, cuando no están esnifando pegamento, tienen una capacidad extraordinaria para adaptarse al entorno. Los chicos que he conocido tienen un carácter muy despierto. Algunos son extremadamente determinados y quieren aquello que no han podido tener nunca y que es tan valioso: ir a la escuela.


Luego están las manos, estropeadas por las experiencias cotidianas de la calle. Manos de quien sabe usarlas. Manos de quien busca y de quien, cada día, se srive de ellas para introducirse donde sea a buscar algo para meterse, para poder seguir adelante. Y no hablo solo de papeleras, de basura o de dinero. Hablo de trabajo, de cuestiones prácticas, de habilidades. Hablo del arte de apañarse con poco, con los instrumentos de trabajo. Instrumentos que pueden funcionar de destornillador o de pala para abrir las alcantarillas y arrojar dentro la nieve que se acumula frente a la entrada del Centro de día. Que pueden funcionar también como pelotas, cintas rojas, juegos de magia.

El circo no podía nacer en un sitio más adecuado. Y se ve. Los chicos de Bucarest tienen una habilidad que, desde mi punto de vista no deriva de horas de práctica en el centro de día desde que eran niños. Se trata de algo más. Las manos. Las manos que permiten, las manos que nunca han tenido miedo de nada, ni siquiera de los bolígrafos que ahora tienen que aprender a utilizar. Manos estropeadas, con cortes, con cicatrices. Manos que te saludan, a ti, al extranjero. Manos que te respetan porque no estás en tu casa, porque eres foráneo. Manos que dan comienzo a una relación que puede durar una semana, un mes o más. Manos que son las primeras que sufren. Manos enfermas, inhibidas por el mayor de los males para estos chicos rumanos: el frío casi polar. Y esto es lo que no logro concebir. El frío. El frío que no significa únicamene pobreza. Porque tienen vestidos, aunque estén viejos y rotos. El frío no es sólo hambre. No, no es esto. Es el frío de quien no tiene un hogar. Y este es el problema de este Estado. No logra combatir el frío. ¿Y cómo podría hacerlo?

Por último, está la piel. Dura, rígida, con cortes. La piel lo junta todo. Pero, sobre todo, me hace pensar que quien tiene el entusiasmo por la vida, quien tiene callos en los dedos y quiere (decide) escalar dentro de la escala social, podría ser un potencial pequeño héroe. Un gran ejemplo para todos. Y, por lo tanto, veo futuro en esta piel.

Espero seguir viendo, espero continuar asociando mis pensamientos a su físico.


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Lorenzo me mandó su texto en italiano y yo hice un intento de traducción cercana al castellano pero finalmente ha sido Alessia quien la hizo de manera magistral, la esencia está presente.
Por fin puedo escribir una entrada con la colaboración de una persona muy especial, Lorenzo Scalchi, compañero de aquella 136 de la residencia de Grozavesti, (y amigo de por vida).